Los antifúngicos son medicamentos específicamente diseñados para combatir las infecciones causadas por hongos patógenos. Estos fármacos actúan destruyendo o inhibiendo el crecimiento de los hongos que afectan diferentes partes del cuerpo humano.
Las infecciones fúngicas más comunes incluyen la candidiasis oral y vaginal, el pie de atleta, la tiña corporal y las onicomicosis. Es fundamental distinguir entre hongos superficiales, que afectan piel, uñas y mucosas, y los sistémicos, que comprometen órganos internos y requieren tratamiento hospitalario.
El diagnóstico correcto por parte de un profesional sanitario es esencial antes de iniciar cualquier tratamiento antifúngico, ya que los síntomas pueden confundirse con otras afecciones. Los factores que predisponen a estas infecciones incluyen:
En España disponemos de una amplia gama de antifúngicos tópicos en forma de cremas, pomadas y geles para tratar infecciones cutáneas superficiales. Estos medicamentos son especialmente efectivos contra el pie de atleta (tinea pedis), la tiña corporal (tinea corporis) y la candidiasis cutánea.
Los principios activos más utilizados incluyen el clotrimazol, reconocido por su amplio espectro antifúngico; el miconazol, eficaz contra dermatofitos y levaduras; y la terbinafina, particularmente efectiva contra hongos dermatofitos. Entre las marcas comerciales más conocidas encontramos Canesten (clotrimazol), Pevaryl (econazol) y Lamisil (terbinafina).
La aplicación debe realizarse sobre piel limpia y seca, extendiéndose más allá de la zona afectada. El tratamiento suele durar entre 2-4 semanas, continuando una semana después de la desaparición de los síntomas. Los efectos secundarios son generalmente leves, incluyendo irritación local, enrojecimiento o sensación de ardor. Se recomienda suspender el uso si aparecen reacciones alérgicas y consultar con el farmacéutico o médico ante cualquier duda sobre la evolución del tratamiento.
Los antifúngicos sistémicos constituyen una opción terapéutica fundamental para el tratamiento de infecciones fúngicas profundas y persistentes. En España, algunos medicamentos como el fluconazol están disponibles sin receta médica para el tratamiento de la candidiasis vaginal, mientras que otros requieren prescripción facultativa.
Es fundamental considerar las interacciones medicamentosas importantes, especialmente con anticoagulantes, antidiabéticos y algunos antibióticos. Los tratamientos varían desde dosis únicas para candidiasis vaginal hasta terapias prolongadas de 3-6 meses para onicomicosis. Requieren monitorización hepática en tratamientos prolongados y están contraindicados en embarazo y lactancia.
La candidiasis vaginal se caracteriza por picor intenso, flujo vaginal espeso blanquecino, irritación vulvar y dolor durante las relaciones sexuales. Esta infección fúngica común afecta al 75% de las mujeres al menos una vez en su vida.
Las pacientes pueden elegir entre diferentes formulaciones según sus preferencias y necesidades:
Los tratamientos de dosis única son altamente efectivos, aunque algunos casos pueden requerir terapias de 3-7 días. Las parejas sexuales masculinas deben ser evaluadas si presentan síntomas. Para prevenir recidivas, se recomienda evitar ropa ajustada, usar ropa interior de algodón y mantener una higiene íntima adecuada sin productos agresivos.
Las infecciones fúngicas en las uñas, conocidas como onicomicosis, son afecciones persistentes que afectan tanto a las uñas de manos como de pies. Se caracterizan por el engrosamiento, decoloración amarillenta, fragilidad y separación de la uña del lecho ungueal. Estas infecciones requieren tratamientos específicos y prolongados para lograr una curación efectiva.
Las lacas medicamentosas como Loceryl (amorolfina), Onycho y Curanail (ciclopirox) son tratamientos tópicos altamente efectivos. Se aplican directamente sobre la uña afectada, penetrando en el tejido ungueal para combatir el hongo desde su origen. Estas formulaciones ofrecen la ventaja de una aplicación sencilla y una liberación sostenida del principio activo.
En casos severos, es necesario combinar el tratamiento tópico con medicación oral prescrita por el médico. El tiempo de tratamiento puede extenderse entre 6 a 12 meses, siendo fundamental mantener la constancia en la aplicación según las indicaciones del prospecto.
El éxito del tratamiento antifúngico depende fundamentalmente de completar todo el ciclo prescrito, incluso cuando los síntomas hayan desaparecido. La interrupción prematura puede provocar recaídas y resistencias.
Consulte al farmacéutico si los síntomas persisten tras una semana de tratamiento o empeoran. Los medicamentos antifúngicos deben almacenarse en lugar fresco y seco, protegidos de la luz solar directa, y mantener siempre el envase bien cerrado para preservar su eficacia.