La artritis es una enfermedad inflamatoria que afecta las articulaciones, causando dolor, hinchazón y limitación del movimiento. Esta condición puede manifestarse de diferentes formas y afectar tanto a personas jóvenes como mayores, siendo una de las principales causas de discapacidad en España.
Existen más de 100 tipos diferentes de artritis, pero los dos más comunes son la artritis reumatoide y la osteoartritis. La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune que causa inflamación crónica en las articulaciones, mientras que la osteoartritis se debe al desgaste del cartílago articular con el tiempo.
Los síntomas más característicos incluyen:
Los factores de riesgo incluyen la edad, antecedentes familiares, obesidad, lesiones articulares previas y ciertos factores ambientales. Es fundamental consultar con un médico cuando el dolor articular persiste por más de seis semanas o se acompaña de fiebre, pérdida de peso inexplicable o rigidez matutina prolongada.
Los AINEs constituyen el tratamiento farmacológico de primera línea para el manejo del dolor y la inflamación asociados con la artritis. En España, están disponibles varios medicamentos eficaces tanto con receta médica como de venta libre en farmacias.
El ibuprofeno es uno de los AINEs más utilizados, disponible en marcas como Dalsy, Nurofen y Espidifen, con dosis que varían entre 400-600 mg cada 6-8 horas para adultos. El diclofenaco, comercializado como Voltaren y Diclofenac Cinfa, ofrece una potente acción antiinflamatoria con dosis de 50 mg cada 8 horas. El naproxeno, presente en Antalgin y Naprosyn, proporciona alivio prolongado con dosis de 220-440 mg cada 8-12 horas.
Es esencial seguir las dosis recomendadas y las indicaciones médicas. Los efectos secundarios pueden incluir:
Están contraindicados en pacientes con úlcera péptica activa, insuficiencia renal grave, embarazo en el tercer trimestre y alergia conocida a AINEs. Siempre consulte con su farmacéutico o médico antes de iniciar cualquier tratamiento.
Los tratamientos tópicos ofrecen una excelente alternativa para el alivio localizado del dolor articular, proporcionando efectos directos en la zona afectada con menor riesgo de efectos secundarios sistémicos. Estos productos penetran a través de la piel para actuar específicamente donde se necesita el alivio.
El Voltaren Emulgel y Flogoprofen son opciones destacadas que contienen antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) de aplicación tópica. Estos geles reducen la inflamación y el dolor articular de manera efectiva, siendo especialmente útiles para episodios agudos de dolor.
Las cremas con capsaicina proporcionan alivio mediante el calentamiento natural de la zona, mientras que los parches de calor Thermacare ofrecen terapia térmica continua durante horas. La aplicación correcta implica limpiar la zona, aplicar una cantidad moderada y masajear suavemente 2-3 veces al día.
Las ventajas del tratamiento local incluyen menor riesgo de efectos gastrointestinales, acción directa en la zona afectada y la posibilidad de combinar con otros tratamientos sistémicos de forma segura.
Los suplementos nutricionales representan un enfoque preventivo y de mantenimiento para la salud articular, ayudando a preservar el cartílago y reducir la progresión del deterioro articular. Estos productos nutren las articulaciones desde el interior del organismo.
La glucosamina y condroitina, presentes en productos como Condrosan y Dona, son componentes naturales del cartílago que ayudan a mantener su estructura y elasticidad. Estos suplementos han demostrado eficacia en la reducción del dolor y la mejora de la movilidad articular a largo plazo.
El colágeno hidrolizado, disponible en marcas como Epaplus y Colnatur, proporciona los aminoácidos necesarios para la síntesis de nuevo colágeno articular. Los ácidos grasos Omega-3 ofrecen propiedades antiinflamatorias naturales, mientras que la cúrcuma aporta curcumina, un potente antiinflamatorio natural.
La evidencia científica respalda el uso de estos suplementos como parte de un enfoque integral para el cuidado articular, especialmente cuando se combinan con ejercicio moderado y una dieta equilibrada.
El manejo efectivo de la artritis va más allá de los medicamentos y se beneficia enormemente de un enfoque integral que incluya cambios en el estilo de vida y cuidados complementarios adaptados a cada paciente.
El ejercicio adaptado constituye uno de los pilares fundamentales en el tratamiento de la artritis. Las actividades de bajo impacto son especialmente beneficiosas para mantener la movilidad articular sin sobrecargar las estructuras dañadas:
Los programas de fisioterapia personalizados ofrecen técnicas específicas que mejoran significativamente la funcionalidad diaria. La terapia manual, electroterapia, técnicas neuromusculares y educación postural se combinan para crear planes de tratamiento individualizados que facilitan las actividades cotidianas y reducen las limitaciones funcionales.
Mantener un peso adecuado es crucial para reducir la carga mecánica sobre las articulaciones de carga, especialmente rodillas, caderas y tobillos. Cada kilogramo de peso perdido puede traducirse en una reducción significativa de la presión articular y ralentizar la progresión del deterioro cartilaginoso.
La adopción de una dieta de tipo mediterráneo, rica en alimentos con propiedades antiinflamatorias, puede contribuir a modular la respuesta inflamatoria del organismo. Esta alimentación debe incluir abundantes frutas y verduras, pescado azul rico en omega-3, aceite de oliva virgen extra, frutos secos y legumbres, mientras se limita el consumo de azúcares refinados y alimentos ultraprocesados.
Las técnicas de relajación y control del estrés desempeñan un papel importante en el manejo del dolor crónico. La respiración profunda, mindfulness, yoga suave y terapia cognitivo-conductual pueden ayudar a mejorar la calidad del sueño y desarrollar estrategias de afrontamiento más efectivas ante los desafíos que presenta la artritis.
Es fundamental reconocer las señales que indican la necesidad de atención médica especializada y conocer las opciones terapéuticas avanzadas disponibles en el sistema sanitario español.
Debe solicitar valoración médica urgente ante la presencia de cualquiera de estos síntomas:
Cuando la enfermedad presenta actividad persistente o existe riesgo de daño estructural, el reumatólogo puede prescribir fármacos modificadores de la enfermedad. Medicamentos como metotrexato, leflunomida, sulfasalazina o hidroxicloroquina tienen la capacidad de ralentizar la progresión del daño articular, aunque requieren seguimiento analítico regular para monitorizar su seguridad y eficacia.
El sistema sanitario español dispone de terapias biológicas avanzadas para casos que no responden adecuadamente a los tratamientos convencionales. Estas incluyen bloqueadores del factor de necrosis tumoral (etanercept, adalimumab, infliximab), inhibidores de interleucina-6 (tocilizumab), terapias anti-CD20 (rituximab) y otros agentes dirigidos. Su prescripción requiere evaluación especializada y seguimiento estrecho debido a su mecanismo de acción específico.
Entre las opciones terapéuticas invasivas se encuentran las infiltraciones intraarticulares, que pueden incluir corticosteroides, ácido hialurónico, factores de crecimiento o plasma rico en plaquetas (PRP) para proporcionar alivio localizado. En casos de daño articular severo, pueden considerarse procedimientos quirúrgicos como artroplastias o cirugías reconstructivas.
El seguimiento médico periódico, que incluye evaluación clínica regular, analíticas de control e imagen según indicación médica, junto con un abordaje multidisciplinar que involucre reumatólogos, fisioterapeutas, farmacéuticos y otros profesionales sanitarios, resulta fundamental para optimizar los resultados terapéuticos y detectar precozmente cualquier efecto adverso del tratamiento.